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martes, octubre 21, 2025
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Niños cruzando la frontera

¿ENTONCES de quién es la responsabilidad primera y última? Es pregunta que no escurre el bulto.

TAL PARECE que Sebastián Ramírez, dirigente de Morena en la CDMX, ya tiene candidata para la Jefatura de Gobierno, pues la estructura partidista capitalina anda muy activa en la promoción de la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada.

PERO la estructura morenista a nivel nacional está impulsando a Mario Delgado, quien no ha ocultado sus aspiraciones para gobernar la capital.

Y ASÍ, ambos bandos chocan sin acordarse cómo les fue en 2021 cuando perdieron la mitad de la ciudad en los comicios intermedios.

Es la misma hazaña -y a veces, la misma tragedia- contada desde dos puntos de vista. La escritora chilena Isabel Allende lo hace a través de su novela El viento conoce mi nombre, y el poeta salvadoreño Javier Zamora, con Solito, sus memorias. Y ambos cuentan el trauma y el heroísmo de los niños que cruzan solos la frontera de México hacia Estados Unidos.

Las historias de Allende y Zamora se hilan; es como si los dos hubieran coordinado por años su escritura hasta la fecha de publicación. Pero una es ficción, la otra es realidad, y las dos duelen hasta el alma.

Allende cuenta cómo Anita, una niña salvadoreña de siete años y ciega, cruza junto con su madre hacia Estados Unidos. Pero lo hacen en la era de Trump y son separadas al poco tiempo, sin aviso ni posibilidad de despedirse. Anita, como Allende, se refugia en el “reino misterioso de la imaginación”, armando cuentos en su cabeza que, sin duda, le ayudan a sobrevivir su orfandad en un país que se oye y se siente distinto al que dejó.

“¿Qué razón podría haber para que una familia mande a un niño solo a tratar de cruzar la frontera si no es la desesperación?”, me dijo Allende en una reciente entrevista en Nueva York. “Porque el ideal es quedarse donde uno se siente cómodo, donde uno conoce el idioma, donde no es recibido con hostilidad”.

Todo inmigrante tiene algo que lo expulsa de su país y una razón que lo atrae a otro. Pero, esta vez, Estados Unidos está poniendo enormes resistencias para aceptar a más extranjeros. Le pregunté a Allende si Estados Unidos, donde ella vive, se está convirtiendo en un país cada vez más extremista. “Sí, más duro en todo sentido, no solo más antiinmigrante. Cada vez está más polarizado. Y no hay diálogo… Yo creo que la democracia está corriendo un riesgo tremendo en este país”.

El viento conoce mi nombre es ficción, pero se lee como un gran reportaje. Y Allende lo ve todo y tiene una voz que, a sus ochenta, ya no esconde nada. Allende es una de las pocas personas que conozco que, cuando la veo, me hace más preguntas que yo a ella.

Solito son los recuerdos del trayecto que hizo Zamora a los nueve años de edad desde La Herradura, El Salvador, hasta Estados Unidos. Sus padres se habían adelantado y él, esperando a crecer para aguantar la travesía, lo hace solo. Por mar y tierra. Hay una escena de horror, perdidos en un océano oscuro. El coyote que lo llevaría al norte lo suelta a medio camino y Zamora logra, con la ayuda de otros migrantes, cruzar la frontera. Pero es detenido por la migra dos veces y regresado a México. Es imposible olvidar que todo esto se le hace a un niño de solo nueve años de edad que está en busca de sus padres con el teléfono memorizado.

Más de medio millón de niños han cruzado solos la frontera y han sido entregados a sus familiares desde el 2014 a febrero del 2023, según el Migration Policy Institute. Solo el año pasado, más de 127 mil niños entraron sin parientes desde México. Y cada una de esas historias es tan dramática y traumática como la de Zamora.

“Todo lo que me pasó esos 49 días nunca lo he olvidado y ha sido muy difícil de procesar”, me dijo Zamora en una entrevista. “Este libro me tomó muchos años… y también muchos años con mi terapista para encontrarme a mí mismo y reencontrar a las personas que me ayudaron a llegar a este país”. ¿Puedes perdonar a tus padres por lo que te pasó? “Esos sentimientos se convirtieron en resentimiento… poquito a poquito los he ido perdonando”.

El trauma de cruzar solo la frontera como un niño, y la dificilísima adaptación posterior, empuja la trama en los dos libros. Y lo fascinante es su extraordinaria similitud con lo que actualmente se está viviendo en la frontera entre México y Estados Unidos.

Hace poco estuve en un campamento de refugiados en Matamoros, México, donde miles de inmigrantes esperaban cruzar hacia Brownsville, Texas. Contrario a otros viajes que había hecho, esta vez me encontré con muchas familias y con muchos niños. Y fue inevitable pensar en las historias de Anita y Javier.

Mi trabajo es perseguir noticias. Pero gracias a los libros de Allende y Zamora, me pude meter en la cabeza de esos niños que jugaban y gritaban en Matamoros, sin que ellos supieran la hazaña que estaban a punto de realizar.

@jorgeramosnews

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