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domingo, noviembre 9, 2025
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Cerrar la frontera

No hay manera de cerrar totalmente la frontera entre México y Estados Unidos. Son 3,152 kilómetros, de los cuales solo 1,192 kilómetros tienen algún tipo de muro o barrera. Y construir un muro para los 1,960 kilómetros que actualmente están sin protección sería una tarea costosísima e inútil.

Yo he visto a migrantes saltar el muro en menos de un minuto. (Los grabé con mi celular en El Paso, Texas, y puedes ver el video en mi página de Instagram). Millones han llegado por avión y se han quedado más allá de lo que permitía su visa. Y millones más han llegado por tierra en los últimos tres años de los lugares más pobres y peligrosos de América Latina.

Un alambre de púas no los va a detener.

Si los hubieran visto cruzar el río Bravo/Grande -como yo los vi hace poco en Eagle Pass-, entenderían que nada detiene a una mujer de 60 años que caminó con muletas dos meses desde Caracas, Venezuela, para llegar a Texas; ni a familias que vienen desde Ecuador, Perú y Colombia cargando a niños en los hombros; ni a jóvenes perseguidos por las pandillas y el desempleo en Centroamérica; ni a los cubanos y nicaragüenses que vienen huyendo de la brutales dictaduras de Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega; ni a los mexicanos que no pueden más con la violencia y las extorsiones de los cárteles; ni a enfermos, amenazados y desesperanzados que ven en Estados Unidos una segunda oportunidad en la vida y la posibilidad de reinventarse.

Yo vine por lo mismo a Estados Unidos hace cuatro décadas y no me atrevo a darles la espalda a los que han llegado después de mí. Al contrario, hay que entenderlos y ayudarlos.

Es cierto. Nunca habíamos visto a tantos inmigrantes cruzando ilegalmente la frontera entre México y Estados Unidos. Más de 6 millones han sido detenidos sin papeles desde que Joe Biden llegó a la Casa Blanca, según las cifras de la Patrulla Fronteriza. Pero tenemos que comprender que esta es la nueva normalidad. Y adaptarnos.

“Hoy más gente que nunca vive en un país distinto al que nació”, concluyó un estudio de Naciones Unidas en el 2020. La pandemia detuvo la migración al norte. Pero tan pronto aparecieron las vacunas y se restablecieron los vuelos, se disparó el flujo de los países más pobres a los más ricos. Eso es lo que estamos viendo ahora.

Al mismo tiempo, la economía de Estados Unidos se recuperó muy rápidamente de la pandemia y se convirtió en un imán para los nuevos migrantes. En enero, por ejemplo, se crearon 353 mil nuevos puestos de trabajo. Y tan pronto como esos inmigrantes puedan trabajar y pagar impuestos, su contribución será mayor.

Conclusión: los inmigrantes son muy buenos para Estados Unidos.

Por eso rompe el corazón escuchar al presidente Joe Biden pedirle al Congreso que le dé la autoridad de “cerrar la frontera”. Nunca pensé que algún día Biden usaría el mismo lenguaje de Donald Trump. Cerrar la frontera es un concepto errado, que supone que hay una invasión -cuando no existe un país invasor- y que criminaliza injustamente a los inmigrantes. Además ¿dónde quedaron las promesas del Partido Demócrata de legalizar a millones de indocumentados que llevan años en el país? Eso no aparece por ningún lado.

Y ya que no se puede cerrar la frontera con México, entonces ¿qué hacer? Las leyes son muy claras en Estados Unidos. Puede aplicar por asilo cualquier persona que tenga un “miedo creíble a ser perseguido” por su raza, religión, nacionalidad, ser miembro de un grupo en particular u opinión política.

Entonces, lo que se necesita es, primero, reconocer que el mundo ha cambiado, que hay más inmigrantes que nunca y que Estados Unidos tiene la responsabilidad moral e histórica de aceptar a más extranjeros; y segundo, modernizar, expandir y hacer más efectivo el arcaico proceso para recibir extranjeros. El actual sistema está roto y no hay suficientes agentes y jueces para procesar a todos los inmigrantes que están llegando.

Modernizarse y prepararse. Este es el camino para un cambio. No más muros y cierres fronterizos.

Cerrar la frontera con México es una idea absurda, inútil, populista y no va a resolver la actual crisis migratoria. La pregunta crucial es si, de verdad, Estados Unidos quiere seguir siendo un país de inmigrantes. Ahora es el momento de demostrarlo.

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